martes, 20 de enero de 2009

Vacío.


Ya no quedan versos,
ni hermosas palabras
esperando en la pluma
para ser llamadas,
para cantar tus besos,
alabar a las musas…
No, ya no quedan versos.

No hay estrofas
que te llenen
al pronunciarlas,

sonoras o dolientes
queriendo ser de tu alma señoras.

Ahora
sólo quedan rimas
estridentes,
huérfanas de padre,
deseando ser versos
dirigidos a alguien,
a cualquiera.

Y si ya no hay nada,
nada que decirte
al compás de una sonata
tocada para enamorarte, o herirte,
prefiero marcharme
con la cabeza bien alta
sabiendo que te entregué
todo lo que había,
lo que cabía dentro de mi solitaria alma.

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